EX-LIBRIS
La naturaleza humana tiende con regularidad a tratar de apropiarse, preservar e identificar como propio aquellas cosas que se consideran valiosas, únicas o exclusivas. Un ejemplo de ello, lo constituyen las conocidas marcas «Ex-libris« utilizadas para identificar el nombre de la persona o biblioteca a la que pertenece un determinado libro. La frase «Ex-libris» es un vocablo proveniente del latín que significa «Entre libros» y se refiere a las etiquetas que se colocan al reverso de la portada del libro y donde se detalla información de la persona, familia o biblioteca a la que pertenece ese libro.
Pocos pueden imaginar la extensa historia que se esconde detrás de estas humildes pero antiguas etiquetas o marcas. Una de las evidencias más antiguas del uso de marcas personales, como antecedentes de los «Ex-libris» lo constituye una placa de barro cocida con jeroglíficos que utilizó el faraón egipcio Amenhotep III (s. XV a. C.) para precisar su propiedad sobre los rollos de papiros de su biblioteca.
Sin embargo, la historia directa de las «Ex-libris» se remonta a los tiempos en los que un libro era considerado un valioso tesoro, la elaboración de los mismos requería el esmerado esfuerzo de las personas que se dedicaban a transcribir de forma manual el texto y las ilustraciones que contenía el libro. En la época feudal, por ejemplo, cuando se consideraba el linaje, los escudos heráldicos y los títulos nobiliarios, era común realizar sellos o marcas personales o familiares que incluían estas las etiquetas que identifican los libros que conformaban la biblioteca particular. También los monasterios y primeras universidades identificaban sus textos con «Ex-libris«.
Al proliferar su uso, los «Ex-libris» comenzaron a adquirir nuevas características más allá de la mera identificación del propietario del libro, fue así como se incluyeron imágenes alusivas al contenido o tema del libro, escudos heráldicos o familiares, entre otros. La imaginación y las corrientes artísticas de las diferentes épocas influenciaron su diseño llegando a crear diminutas obras de arte con dibujos, grabados y figuras de extraordinaria belleza, cuyos diseños en muchos casos, les eran encomendados a artistas reconocidos de la sociedad. Con ellos, estos hermosos y exclusivos «Ex-libris» han adquirido un valor histórico que les confiere un gran aprecio por parte de coleccionistas de antigüedades y curiosidades.
Hoy en día, la tecnología ha hecho sus aportes para la elaboración de los «Ex-libris» con lo cual se encuentra disponible los servicios, como los que ofrecemos en Zaragoza, de tipografías, diseñadores y artes gráficas para la creación de los «Ex-libris» particulares o institucionales. También existe la posibilidad para aquellos que deseen atreverse personalmente de crear su propio diseño y comenzarlo a usar en su biblioteca. Sin embargo, se observa como paulatinamente el «Ex-libris» ha venido siendo sustituido por sellos de caucho con logos de las bibliotecas; etiquetas electrónicas mucho más practicas con información precisa de los datos de propiedad del libro, y en muchos casos con códigos de barras, que sirven para verificar en el sistema respectivo el origen, genero, cota, y uso del libro.
En ese sentido, solo queda esperar que la tecnología y la premura de la vida moderna no sustituyan de forma total el tradicional uso de los «Ex-libris» sino que estas antiguas marcas de identificación sigan siendo utilizadas, como una oportunidad para la expresión creativa y artística que se demuestren aún en detalles tan sencillos como estas etiquetas, con lo cual se fortalece además la idea de valorar cada libro como único, valioso y apreciado por quien lo posee. Los libros serán siempre considerados un tesoro por aquellos que se permiten dejarse llevar, instruir, educar o simplemente recrear por su información, historias, pasajes o relatos; y los «Ex-libros» son una buena forma de demostrar ese atesoramiento.